Muchas
cosas se pueden contar de nuestro regreso.
Los
nervios y el cansancio me acompañaron sin darme tregua.
Salimos
del hotel a las once de la noche, cargados con las maletas, bolsas de manos y
con unos niños que, aunque conseguimos que hicieran una siesta tardía, a esas
horas estaban bastante cansaditos.
Llegamos
pronto al aeropuerto, el guía nos dejó y se fue.. allí esperamos para dejar
maletas y lo más importante: pasar la aduana.
Oye!
Qué no entendían porqué el peque no tenía el sello de entrada: “mire señor, que
este niño no ha entrado en el país, que este niño ya estaba aquí…”
Y
cómo decirlo con la mímica??, porque no sabían inglés.. Pues sacando la Sentencia,
certificados de nacimiento… y llaman a otro señor de la ventanilla de al lado..
y miran papeles, y nos miran a nosotros, y miran a los niños, y vuelven a
hablar entre ellos, y de nuevo nos miran, … y yo le decía a Tito llama al
teléfono de urgencias que nos dieron los de la embajada!! Y ellos decían que no…
Así, hasta que, quién sabe porqué, nos dejaron pasar!!
Y
larga espera con sueño en el aeropuerto, y vuelo largo hasta Estabul con
Alejandro encima y taquicardia incluida.
Y
larga espera en Estambul y como los dos habían dormido durante las cinco horas
estaban como motos, felices, desayunando,.. yo no podía tirar de mí: perdí el “espíritu
kazajo”.
Pero
al mágico ocurrió cuando nos montamos en el avión que ponía: “destino Málaga”..
los nervios se disiparon, comí, descansé y sólo las ganas de llegar y soñar con
ese aterrizaje me hacían sentir bien.
Paula
Lu se encargó de contar a todos los que tenía a su alrededor que Alejandro era
su hermano, que no se parecía a ella pero era su hermano porque tenían la misma
mamá y el mismo papá…
Una hora antes de aterrizar los niños se despertaron, volvieron a comer,
cambiamos a Alejandro, y mirábamos por la ventana viendo el paisaje.. cada vez
más cerca..
Y
cuando el piloto dijo: “comenzando el descenso”, yo cada vez me sentí mejor…, y
Paula Lu decía “que baje ya que quiero ver a la abuelita, cómo tarda en bajar”…
El avión finalmente tocó tierra y Paula Lu y yo chillamos y con las niñas de
delante aplaudimos… ¡¡¡Habíamos llegado a casa!!!.
Esta vez quisimos salir los primeros, ya nada podía pararnos.
Bueno,
salvo la espera del carrito…
Ahora tocaba pasar la última frontera.. sin problemas.
Y
antes de coger las maletas, a través de un cristal ví a mi Tía Tere, ¡¡y a mi
madre!! Y a Ceci... y los abuelitos de Gata, y a Ade, Antonio, Adita.. Alejandro pegaba sus manitas al
escaparate y tocaba las de Antonio.. Paula Lu tenía una sonrisa increible..
empezaron a aparecer sus amigos, allí estaban todos..
Y
Tito llegó con las maletas…
Segundo vuelo.
Cada vez más cerca!
y más cerca!
Hemos llegado!!
y ante un "oé, oé, oé!" bastante sonoro (como chillaban!!!)...
cruzamos esa Puerta!!
y en la puerta de casa...
Gracias a todos por este maravilloso recibimiento!!